Mariló



No conocemos el color de sus ojos, ni el tipo de piel, ni su juguete favorito…Pero sí conocemos sus informes médicos hasta la última coma. El maltrato infantil es un tema que está siempre por desgracia de actualidad.

En estos últimos días, todos habremos escuchado la noticia sobre la pequeña Aitana, de 3 años. Ésta falleció tras haberse caído de un columpio. El hospital donde se encontraba, publicó un parte médico, que supuestamente era erróneo,en el que decía que la niña presentaba en su cuerpo señales de abusos y malos tratos por parte de su padrastro.

¿Todo castigo físico (azote, cachete...) es maltrato? Esta pregunta tiene múltiples respuestas, por un lado unos dicen que recurren a estas acciones para dar una mejor educación y otros dicen que hablar de un cachete con malos tratos es hablar de términos diferentes.

Si nos pusiésemos a contar cuántos niños y niñas han perdido sus vidas a manos de sus padres (si se les pueden llamar padres), vecinos o simplemente conocidos, tendríamos una lista interminable.

Los abusos psíquicos, los físicos y los sexuales son los que más atención mediática generan y los que más alertan a la población, porque causan una mayor conmoción, pero son los más silenciados por sus víctimas.

Medidas como la cadena perpetua son importantes y, probablemente, tendrían un impacto positivo para disuadir a muchos delincuentes de agredir a menores.

Desde los primeros años escolares se fuerza a los pequeños a hacer cosas que su nivel de desarrollo no les permite realizar, y para ello los castigan, los amenazan, los insultan. Paso a paso, se va marcando una imagen de incapacidad, de impotencia, de fracaso temprano. Nos podemos encontrar con frases que pueden dañar el autoestima de un menor como son: "a mí no me hables", "quédate quieta y callada en el rincón", "dile a tu mamá que te bañe, porque hueles feo"… Y luego no entendemos por qué se vuelven violentos, sufren depresión o no rinden en sus estudios. Todo esto es fruto de la ignorancia total que tienen los adultos hacia estos pequeños.

Los niños y niñas tienen una gran curiosidad por el mundo que les rodea, necesitan sentirse queridos y valorados. Si es cierto que aprendan a convivir con los compañeros, que gradualmente aprendan a respetar normas, que adquieran hábitos de trabajo escolar, pero no a peso de insultos para que se enteren mejor. Porque con los insultos lo que van a conseguir es que el niño se hunda más. Por eso, es necesario conocer sus códigos de comunicación y las cosas que los motivan.

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